Cuidar nuestra salud mental y nuestra alimentación previene el desarrollo de enfermedades.
En mi libro hago referencia a Edward Bullmore, neuropsiquiatra, neurocientífico y académico británico presenta una teoría muy revolucionadora sobre la depresión y el estrés.
Bullmore revela con su estudio el avance de la nueva ciencia sobre el vínculo entre la depresión y la inflamación del cuerpo y el cerebro.
Explica cómo y por qué ahora sabemos que los trastornos mentales pueden tener su causa en el sistema inmunológico, y describe una revolución futura en la que los tratamientos podrían dirigirse específicamente a romper el círculo vicioso de estrés, inflamación y depresión.
(…) La mente inflamada va mucho más allá de la clínica y el laboratorio, y representa una nueva forma de ver cómo la mente, el cerebro y el cuerpo trabajan juntos en un esfuerzo a veces equivocado para ayudarnos a sobrevivir en un mundo hostil (…)
Por otro lado, Bullmore afirma en una entrevista realizada por William Leith para la revista española «XLSemanal» que la inflamación causa depresión, y que el estrés causa inflamación.
También afirma que el mundo moderno está lleno de cosas que nos provocan estrés. Es el tema de su nuevo libro «The inflamed mind» («La mente inflamada»).
En la entrevista Bullmore nos cuenta lo siguiente: «Somos el producto de unos genes antiquísimos, muchos de los cuales tenían la función de ayudarnos a sobrevivir en la sabana africana hace decenas de miles de años. Pero por entonces, no nos estresaba una hipoteca o una presentación con PowerPoint.
Nos estresaban otras cosas, como resultar heridos en una pelea, por ejemplo. Por eso, cuando te sientes estresado tu cuerpo se ve inundado por la inflamación, en preparación para salvarte la vida.
¿Y qué es lo que pasa en el mundo de hoy? Por lo general, la herida física no tiene lugar, pero sí la hipoteca, y los correos electrónicos, los mensajes de texto que te avisan de que tienes un recibo pendiente, una carta de Hacienda, el recibo de la luz, etc.».
«Continuamos sin tener una respuesta clara, pero hay algo evidente: en casos de depresión o ansiedad, la prescripción de fármacos ISRS resulta discutible, porque el médico nunca puede estar seguro de que el paciente efectivamente tiene un problema de serotonina, porque no existe un biomarcador».
En medicina, prescribir medicamentos en respuesta a biomarcadores, es lo corriente. «Por ejemplo, un médico puede diagnosticar una enfermedad inflamatoria tras el análisis de una muestra de sangre y, a continuación, decantarse por la prescripción de un esteroide para tratar la inflamación».
«Pero en las enfermedades mentales, a principios de los años noventa, se recetaban unos medicamentos que podían funcionar o no, en ausencia de respuesta a un biomarcador».
«Todavía es más asombroso que hoy sigan recetándose. Han pasado casi 30 años y las cosas no han cambiado mucho».
Bullmore lleva años estudiando los cerebros de personas vivas por medio de resonancias magnéticas. «Resulta que lo más pequeño que podemos ver es de un milímetro cúbico. Y resulta que en su interior hay unas cien mil neuronas».
Cada cerebro tiene unos cien mil millones de neuronas. Cada uno de tus pensamientos es el resultado de la conexión entre decenas de millares de esas neuronas.
¿Y cómo se produce esa conexión? Entre ellas circulan unas corrientes eléctricas, con el concurso de unas proteínas llamadas neurotransmisores.
Tenemos unos cien neurotransmisores diferentes. Pensemos en una orquesta con cien instrumentos. La serotonina es uno de los neurotransmisores en este conjunto de cien. Es un neurotransmisor importante, como un violín en una orquesta.
Pero no pasa de ser un solo instrumento. Bullmore estima que la industria en su conjunto ha invertido unos 5000 millones de euros en la investigación de trastornos psiquiátricos y del estado de ánimo. «El mundo no puede seguir esperando una solución a los trastornos mentales de forma indefinida », dice.
Según explica, en la industria habían llegado a la conclusión de que hay que probar con algo distinto. Y Bullmore comenzó a pensar en la inmunología.
Aunque ya sabíamos que el estrés baja las defensas… El problema con el estudio de los neurotransmisores era que no podías observarlos en funcionamiento. Pero los componentes del sistema inmunológico son de medición mucho más sencilla.
EL CEREBRO QUE SE ILUSIONA PRODUCE TRANSFORMACIONES
CEREBRALES
La depresión es el agotamiento cerebral después de extrema alerta. El cerebro se inflama. Como hemos visto en el artículo de Bullmore. La pantalla transforma el cerebro, produce demencia cerebral.
La gratificación que se obtiene al conseguir más «likes» en las redes sociales segrega la misma sustancia que se produce en el consumo de drogas duras.
Puede uno imaginar entonces lo dañino que es estar pendiente o estar enfocado a esas pantallas que nos van minando e intoxicando el cerebro, además de que se corre el riesgo de exponerse a recibir una información o crítica desagradable lo que puede provocar estrés y, en consecuencia, inflamación, etc.
Cuando nacemos nuestras emociones son naturales, derivadas de nuestras necesidades vitales y básicas. A medida que crecemos nos van inventando carencias y necesidades secundarias que nos van llenando de insatisfacción, y por consiguiente nos lleva a desarrollar estados de estrés antinaturales.
Por eso, afirmo que vivimos en una sociedad neurótica alejada de lo natural. Pero cuidado, no digo alejados de la naturaleza, digo alejados de lo natural, de la vida naturalmente vivida, tampoco me refiero a comer sano, que también es bueno, sino a vivir con más vida.
Desde lo que nos brinda el organismo, tener más naturaleza en nuestras vidas es para mí, escuchar atentamente los mensajes de nuestro cuerpo.
Viví muchos años enfermando, con infecciones, necrosis, diarreas, anginas, otitis… creo que pasé más de la mitad de mi vida enferma, hasta que conocí este método y no he vuelto a enfermar de aquellas formas.
Ahora, si caigo, rápidamente me levanto.
Además, hoy reconozco qué cosas me producen el malestar, y entonces elijo que eso desaparezca de mi vida. Yo desechaba la emocionalidad que ciertas situaciones me producían y mi inconsciente estaba muy bien adiestrado (creencia) para no dejarme sentirla.
Cuando yo veo que todo depende de mí y empiezo a demostrármelo, mi vida comienza poco a poco a coger vida y cada año me siento ¡más viva!
Las emociones activan y desactivan las células, incluso el torrente sanguíneo. Si voy evitando las emociones el cerebro se pudre.
Para sobrellevar períodos de estrés sugieren el consumo de Omega 3, antiinflamatorio natural, y desciende la producción de cortisol, por consiguiente ¡no se inflama!
SI GRAN PARTE DE NUESTRO SUFRIMIENTO ES OPTATIVO, ¿PODEMOS APRENDER A SUFRIR MENOS?
Tenemos que asumir que el dolor de la pérdida —de un trabajo, de un ser querido, de la salud— es parte de la vida. Pero hay que ser conscientes de que nuestra forma de interpretar una situación es lo que transforma el dolor en sufrimiento.
Es decir, si yo al dolor de la pérdida de un trabajo le añado conversaciones internas del tipo «esto me lo hacen a mi», «no me hablaban», «esto es una vergüenza», «no sirvo para nada», «y ahora qué dirá la gente», y me mantengo en ese estado de ánimo, todo lo que yo añada de pena, de crispación, de tristeza, es sufrimiento.
DESPUÉS DE UNA EMOCIÓN LO QUE QUEDA GRABADO ES EL SENTIMIENTO.
Luego temo a sentir lo mismo que en aquel momento.
¡Sentimiento es lo que se queda grabado. Sufrimiento es pensamiento ¡puro y duro!
Una de las funciones que tienen las sensaciones, emociones y sentimientos es
DAR SABOR A LA VIDA
Si no fuera por la posibilidad de sentir no habría sufrimiento ni dicha, no existiría el deseo, no cabría la tragedia ni la gloria de la condición humana (…)
SENTIR ES EL PROCESO DE ESTAR SIENDO.
No me canso de decir y de recordarles que la Gestalt percibe a la persona en su globalidad, teniendo en cuenta la influencia del cuerpo sobre nuestro estado de ánimo y el efecto de nuestras relaciones, conflictos y manera de entender la vida sobre nuestro estado físico.
Gracias a la globalidad corporal los neurotransmisores actúan en dos sentidos, en su faceta objetiva —por ejemplo, cuando ante un estímulo placentero la corteza cerebral se activa— y en su faceta subjetiva —cuando las emociones provocadas por este disfrute quedan marcadas en los circuitos neuronales de las personas y en su memoria—.
Además, el movimiento enlaza al sujeto con el mundo, por la tendencia de la personalidad a manifestarse en su espacio existencial.
Nuestro carácter se plasma tanto en el espacio del cuerpo orgánico como en el espacio terapéutico, entre ambos se va labrando un entorno que ofrece a la persona la oportunidad de manifestarse como totalidad.
La persona llega con su malestar, incluso paralizada, aislada, enferma. Es el mensaje que manifiesta el cuerpo. El síntoma, en definitiva, pasa a ser un medio de expresión del organismo en su trato con el entorno.
La Gestalt es una práctica que combina el enfoque más holístico propio de las medicinas naturales o medicinas complementarias, y técnicas que cuentan a veces con una experiencia milenaria como la acupuntura o la fitoterapia china, entre muchas otras especialidades.
Y que enfatiza su interés en el aquí y ahora, en cómo suceden las cosas, más que en el por qué de las mismas. Se plantea las emociones en el presente, evitando el pasado y el futuro, insistiendo en el momento. Es activa y confronta al paciente con sus contradicciones continuamente, y valora el lenguaje no verbal.
Tiene muy en cuenta dos pilares básicos de la salud como son la dieta y el movimiento. Tras el resultado de una evaluación inicial, la persona que asiste a mis consultas, accede a una primera propuesta que es un plan de procedimiento que siempre incluye la nutrición.
También incluye una pauta de ejercicio, complementos alimenticios y el inicio de una serie de acciones para conseguir los resultados que la persona demanda (tratamiento); incluiremos aquí todo lo que creo que una persona necesita para conseguir el “estado que quiere para su día a día”.
Mi método integrativo
Se trata de una suma de dinámicas, técnicas y acciones; de una visión distinta a la hora de abordar el restablecimiento de la persona que incluye adaptación en la forma de trabajar del profesional.
La Gestalt y mi forma de trabajar hacen mucho hincapié en esta transformación de los hábitos de vida. La persona que quiere conseguir la calma y mejorar su gestión de estrés, se compromete a realizar estas modificaciones, su actitud de cambio y aceptación de sus hábitos propiciarán el trabajo terapéutico.
En la consulta puedo observar cómo las emociones afectan la salud del cuerpo, así como la incidencia directa de los hábitos alimenticios en trastornos mentales como la ansiedad y la depresión, tan a menudo tratados con fármacos.
Lo más importante es sacar a la persona de esa escena del pasado en la que se encuentra detenida y ponerla en el hoy.
Pero, por otro lado, efectivamente también es importante evaluar si existe en la persona un cuadro inflamatorio, algo en lo que me he enfocado últimamente ya que como vimos, la inflamación es la precursora del estrés y muchas otras alteraciones de la salud.
Ampliando este tema relacionado con la inflamación…
Hoy quiero dedicarme a la neuroinflamación. Con ayuda de un artículo de la Dra. Alejandra Menassa, Médico internista y psicoanalista, posee una amplia experiencia en medicina psicosomática. Es la presidenta de la Sociedad Española de Salud y Medicina Integrativa.
¿Qué es la neuroinflamación?
(…) La neuroinflamación es la inflamación del sistema nervioso central asociada al eje que conecta el intestino con el cerebro.
Nuestro cerebro y nuestro intestino mantienen una comunicación constante a través del nervio vago* y de los metabolitos generados por las bacterias intestinales que producen ácidos grasos de cadena corta, como por ejemplo ácido butírico, acetato o propionato, unas sustancias de efecto neuroprotector.
*El nervio vago constituye una de las principales vías para transmitir la información desde la microbiota al sistema nervioso central.
En este sentido, la administración a ratones de Lactobacillus rhamnosus favorecía la transcripción de ácido γ-aminobutírico (GABA), lo que se tradujo en una modificación de su comportamiento dependiendo de la integridad vagal, ya que, al realizar ese mismo estudio en ratones vagotomizados, no se lograron estos resultados, identificando así el nervio vago como la principal vía de comunicación constitutiva moduladora entre la microbiota y el cerebro.

Cuando cuido mi alimentación y propicio la diversidad y riqueza de la flora bacteriana de mi intestino, entonces estoy favoreciendo la producción de estas sustancias neuroprotectoras.
Los principales productores en el intestino de butirato no sólo se ocupan de nutrir las células del intestino -lo que mejora su funcionamiento y salud-, sino que llegan al cerebro a través del nervio vago, protegiéndolo. (…)
¡Es apasionante!! No me digan que no; en estos momentos me gustaría tener la capacidad de tele transportarme y ser capaz de meterme en un organismo vivo y ver cómo funcionamos.
(…) No sabíamos que es una comunicación de ida y vuelta, es decir, que a través de este nervio vago llega también una información determinante del intestino al cerebro. De hecho la neuroinflamación se ha relacionado con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y el Parkinson.
Hace cuarenta años, para curar una úlcera gástrica, se cortaba a los pacientes el nervio vago. Así se disminuía la producción de ácido en el estómago.
Casualmente se ha visto que estos pacientes no desarrollaban Parkinson porque no existía esa conexión retrógrada entre intestino y cerebro. La relación entre intestino y cerebro es determinante en muchas enfermedades.
Ya al principio de este artículo les comentaba a través de Bullmore que la serotonina es un neurotransmisor importante. Esta serotonina metabolizada por las bacterias tiene un efecto sobre la red neuronal intestinal.
La serotonina no atraviesa la barrera hemato-encefálica, pero sí lo hace el triptófano, el aminoácido esencial a partir del cual se va a sintetizar la serotonina.
Ahora bien,… – ¿Se puede incrementar el nivel de serotonina a través de la alimentación?
Antes hay que tratar la disbiosis intestinal, el desequilibrio de la microbiota*. La disbiosis intestinal se presenta asociada a la permeabilidad intestinal o síndrome del intestino permeable, con lo que hay que reparar esas dos cosas. (…)
*La Microbiota puede ser definida como los microorganismos que son frecuentemente encontrados en varias partes del cuerpo, en individuos sanos. (La flora y fauna de nuestros órganos, en las diferentes cavidades y espacios del cuerpo humano, como el aparato respiratorio, la cavidad oral, la piel, el conducto digestivo o el tracto urogenital.
Entre los resultados obtenidos tras analizar 4.788 muestras procedentes de 242 donantes asintomáticos, los investigadores el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH), pudieron concluir que hay una independencia microbiana entre las diferentes partes del cuerpo humano, pero que, a su vez, existen comunidades conservadas y específicas del hospedador).
«Primero se debe actuar sobre la permeabilidad de la mucosa intestinal y después repoblar la Microbiota mediante probióticos. Se trata de preparar la tierra antes de sembrarla.»
(…) Para cerrar la permeabilidad de la mucosa una de las herramientas más eficaces es seguir una dieta antiinflamatoria: reducir el consumo de lácteos, de carne y sustituir los azúcares refinados.
Se ha demonizado el colesterol, pero lo cierto es que el gran responsable de la epidemia de enfermedades cardiovasculares que sufrimos es el azúcar, una sustancia altamente adictiva.
El azúcar produce unos elevados niveles de insulina que resultan muy inflamatorios, causan el síndrome metabólico y derivan en diabetes. Estamos viendo niños de ocho años con colesterol, obesidad, hipertensión y diabetes.
Urge tomar medidas sanitarias globales como ha hecho Portugal, que ha prohibido los anuncios de alimentos dirigidos a los niños que contengan un alto nivel de azúcar. O también como la Asociación de Pediatría de Argentina, que ha realizado un comunicado para reclamar la reducción de los jarabes de fructosa. (…)
Algunos alimentos que te recomiendo integrar y en abundancia en tu alimentación son:
Cúrcuma. Se ha demostrado que la cúrcuma tiene grandes propiedades antiinflamatorias, por eso la llaman el Ibuprofeno natural.
Semillas de lino y chía. Estas semillas son una muy rica fuente de ácidos grasos omega-3 con efecto antiinflamatorio en nuestro cuerpo.
Vegetales de hoja verde. Contienen una gran cantidad de antioxidantes, entre ellos la clorofila, que nos ayudan a combatir la inflamación.
Crucíferas. Las crucíferas, como las coles y el brócoli, son altamente antioxidantes y con propiedades depurativas.
Alimentos probióticos. El chucrut, el kimchi, el kéfir de agua y el te kombucha nos ayudan a mejorar el estado de nuestra flora intestinal y de nuestras digestiones provocando un efecto depurativo y antiinflamatorio.
Frutos del bosque. Como los arándanos, moras, frambuesas son altamente antioxidantes y antiinflamatorios.
El gluten para la salud mental no se ha demostrado aún pero si se sabe que influye directamente en personas intolerantes de una forma devastadora.
La carne manteniendo un consumo razonable (es mejor no hacerlo más de una o dos veces por semana).
Podríamos crear una lista reveladora y larga de todas las afecciones relacionadas con la “inflamación” y sus acciones colaterales… algunos ejemplos: la depresión es una reacción a una pérdida existencial.
Es importante evaluar si existe una neuroinflamación, porque, cuando la persona sufre una disbiosis, disminuye su capacidad para sintetizar triptófano a nivel intestinal y de segregar otros neurotransmisores determinantes en el estado de ánimo como el GABA y el ácido (repetido) butírico, entre otros.
“TODAS LAS ENFERMEDADES QUE SUFRIMOS SON PSICOSOMÁTICAS”
Candance Pert, una experta en esta rama de la medicina, tiene publicados más de 200 artículos en revistas científicas de alto impacto sobre la incidencia del psiquismo sobre el sistema inmune.
Esta científica brillante del Massachusetts Institute of Technology (MIT) descubrió que los linfocitos, las células principales del sistema inmune, poseen unos receptores para los neurotransmisores como la serotonina. Lamentablemente falleció el 12 de septiembre 2013 a los 67 años de edad.
Así las emociones inciden directamente nuestro sistema inmune. Si estoy deprimido mi sistema inmune estará inmunodeprimido. Hay miles de ensayos clínicos que lo demuestran. Por eso es tan importante la prevención psíquica a la hora de evitar futuras enfermedades.
Las células del cuerpo mutan constantemente y en esa renovación de nuestros tejidos a veces hay errores en la replicación celular y del ADN, pero un sistema interno vigila que no se desarrollen tumores. Si estamos deprimidos, esta vigilancia fallará porque nuestro sistema inmune también estará bajo.
En el 2001 la OMS realizó un comunicado en el que enumeraba todas las enfermedades orgánicas que se relacionaban con la depresión: enfermedades autoinmunes, enfermedades cardiovasculares y también cáncer se vinculaban con la depresión.
Candance asegura que hay frases que enferman y otras que curan y que los médicos son el primer placebo.
¿Cómo determina la curación la relación médico-paciente?
“Los médicos tenemos el poder de dañar o de curar según lo que digamos al paciente que nos atribuye un saber y nos da una confianza”, dice.
Hay que cuidar mucho la relación médico-paciente por el efecto placebo que esta conlleva. Según el nivel de confianza que tengo en la persona que me receta un medicamento, este tendrá más o menos efecto en mí. Un 80 por cien del efecto placebo es la figura del médico y depende de la relación médico-paciente.
¿Cómo hay que escuchar a la persona?
Hay que dejarle hablar y escuchar todo lo que cuenta, algo que a veces no sucede porque se le interrumpe.
Por ejemplo, cuando se pone a hablar de su vida sexual no le dejamos seguir, sin embargo forma parte de su vida y puede ser su principal preocupación.
Vi a un paciente de 42 años con hipertensión arterial desde los veinte que había sido tratada con betabloqueantes, una medicación que causa impotencia. Hay otros fármacos para bajar la tensión arterial sin cargarte la vida sexual del paciente.
En este sentido la Dra. Alejandra Menassa agrega… La Medicina actual tiene un grave problema: los médicos somos los brazos armados de las farmacéuticas.
Recetamos según los resultados de los estudios que las mismas farmacéuticas que fabrican el medicamento han subvencionado sin preguntarnos quién ha hecho el estudio.
Bueno, algunos nos cuestionamos esto, pero la gran mayoría no lo hace. Ahora mismo la investigación más fiable es la que se realiza en las universidades que, en general, tienen subvenciones estatales o de la propia universidad. Hay que evaluar en qué nos estamos basando para recetar un medicamento y no otro.
A esto se añade la tremenda iatrogenia que estamos sufriendo. A partir de los 65 años la media de patologías por persona es de cinco, con lo que la media de fármacos que toma una persona se sitúa entre 6 y 7.
La toma de un solo medicamento tiene un 15 % de posibilidades de acarrear efectos secundarios, pero cuando se toman cinco medicamentos al mismo tiempo el riesgo de efectos secundarios se eleva a 75%.
Cualquier médico debe estar informado sobre lo que producen los fármacos en el cuerpo.
(…) ¿Estamos sufriendo las consecuencias de un exceso de medicación de las enfermedades?
Pues sí. Un ejemplo: las estatinas. Estos fármacos que se recetan para bajar el colesterol ya se ha demostrado científicamente que producen diabetes y demencia.
Así, ante un paciente que tiene el colesterol alto, para bajarlo, le produces una diabetes y una demencia. La impotencia es otro de los efectos secundarios de las estatinas tomadas en altas dosis porque impiden al cuerpo la fabricación de testosterona.
Está claro que no compensa el riesgo con respecto al beneficio. Pero además se ha demonizado el colesterol, necesario para la síntesis de vitamina D, para las membranas celulares, para la síntesis de hormonas sexuales…
Se ha visto además que la mortalidad es mucho mayor en la hipocolesterolemia que en la hipercolesterolemia. Un colesterol entre 240 -260 es óptimo para vivir. Sin embargo nos estamos empeñando en bajarlo por debajo de 130, lo que es una locura (…)
Para terminar con este artículo quiero nombrar:
“EL PACIENTE (de todas las ramas) DEBE ESTAR IMPLICADO EN SU CURACIÓN”
…(…) La curación es cosa de dos. Si no estás dispuesto a hacer cambios no te puedes curar, porque la manera en que has vivido hasta ahora es lo que te ha llevado a la enfermedad.
Si hay un paciente que no está dispuesto a modificar su alimentación, sabemos que no podemos trabajar con él. Y sabemos que para transformar la manera de comer entramos en todo lo que rodea la alimentación.
«Todo médico integrativo debe concebir al paciente de una manera global y entender cuáles son sus procesos biológicos y bioquímicos sin perder de vista que el paciente no es una enfermedad, sino un ser un humano que necesita nuestra escucha y que hará falta implicar al paciente en su proceso de sanación.»